domingo, 10 de abril de 2011

Cuando las neuronas duermen...

Cuando las neuronas duermen... y nada ni nadie te motiva... o incentiva...

Cuando la única forma... de mantener un blog vivo... es el copy-paste... (aunque sea de escritos de una misma)...

Cuando la pantalla en blanco... se convierte en el... "enemigo"...

... Cuando esas cosas pasan... la mejor opción es... tomarse un respiro... hasta que algo o alguien... vuelva a "agitarme".


Hasta entonces... besos para tod@s...

martes, 5 de abril de 2011

Maldito!!!!


Maldito el día... que pusiste tus ojos en mí.


Maldito el día... que te miré.


Maldito el día... que conocí el paraiso.


Maldito el día... que conocí el infierno.


Maldito el placer... y el dolor.


Malditas las risas... y malditas las lágrimas.


Malditos los sueños... y las noches sin dormir.


Maldito el día... y maldita la noche.


Malditas las llamadas... y el teléfono mudo.


Maldita por ser tuya... sin que me tengas.


Malditos los recuerdos... y mi sed de Tí. 


Maldito mi cuerpo excitado... si te pienso.


Maldita mi mente por pensar... lo que jamás será.


Maldita... maldito... maldita... maldito... por siempre... 


Septiembre, 2009

domingo, 3 de abril de 2011

De retos... y premios


Puffffffffff... esto es lo que pasa... cuando una tiene que "ausentarse"... forzosamente... por cuestiones de curro... 


Y ejjjjjjjjj queeeeeeeee... se me amontona la faena... y entre ellas... responder retos... o recoger premios.


Toy segura de que... me dejo alguno en el olvido... ¡¡¡mil perdones!!!!...


Y es probable... que cambie sin querer... quien me dió qué... apuffffffffff... 


Espero hacerlo... medianamente bien...





Premio otorgado por... Qarpatian... safira... shurime... rosella de AnP... sweet.


Condiciones... contar 7 cosas sobre mí... y pasarlo a 15 blog's...

1. Soy persona

2. Soy mujer

3. Soy sumisa

4. Soy morena

5. Abulto menos que la radiografía de un mosquito, jajajaja

6. Me gusta reir... y que me hagan reir

7. Y me encanta... escurrirme... (¿a que no se ha notado????)


Los blog's elegidos son... todos aquellos que... aún no lo tengan, jejejejejejejejejejjejejeejeje





Por cortesía de... Qarpatian... hay que responder tres preguntas:


- ¿Cuanto tiempo llevas en el BDSM?... finales de mayo cumpliré 6 años... joven ¿verdad????, jajajjajajaja


- ¿Cómo fue tu primer año de BDSM???... tan bueno como los demás... pero sobre todo... me sentía una esponja... absorviendolo todo :)).


- ¿Recuerdas a la primera persona que conociste en el mundo BDSM???... perfectamente... coincide con mi primer Amo.


Y hay que pasarlo a 12 blog's... pues... a tres menos... que en el premio anterior, jajajajajajajaja.


Y ahora... EL RETO... planteado por... AmoYSr... beth{SG}... sweet... y Hard... (cotill@s sois... lexessssssssssss :P, jajajajjaajajajajajaja):


¿Cuantas preguntas puedes responder inteligentemente?... ¿cuántas puedes hacerme... sin que me aburra... o me entre la risa????


Una duda... ¿por qué???


Una respuesta... ¿para qué???


Un color... siempre el arco-iris... así puedo saltar de uno a otro... según esté mi ánimo :)).


Un deseo... Él... sea quien sea, jejejejejjeejeje


Una virtud... sinceridad


Un sueño... ummmmmmmm si se cuenta... no se cumple, jejejejejeje


Un defecto... ¿sólo uno????... uffffffffffffff... ¿y cuál elijo????


Como este cuestionario va dirigido a personas que escriben, ¿qué significado tiene para tí una hoja en blanco?... depende del momento... 


¿Escribes por necesidad o por afición?... de nuevo... depende del momento.


¿Pones música en el blog?... NOOOOOOOOO... ralentiza la página... 


¿Eres una persona sentimental?... puffffffffff... ni sí ni no... sino todo lo contrario, jejejejejejejejje


Si quisieras tener un sentimiento único, ¿cuál elegirías?... serenidad... con ella... se alcanza todo lo demás :)).


Una frase... "si la vida te da la espalda... tócale el culo".


Una pregunta... ¿por qué?


Si desearas algo, ¿qué pedirías?... un AMOOOOOOOOOO... lexessssssssss, jajajajjajajajaja.


Cuando escribes, ¿qué sientes?... ains, jajajajajajaja... depende de lo que esté... escribiendo :P, jajajajjajajajajajajaja


¿Creyente?...


De no ser creyente, ¿en qué crees?... contradictorio ¿no?... todo el mundo cree en algo... aunque sea en sí mismo.


¿Qué esperas de la vida?... ¡vivirlaaaaaaaa!!!... que no es poco ;)


¿Qué significado tiene para tí el amor?... ¿de qué tipo de amor... hablamos????


¿Cómo te consideras como persona?... soy buena gente, jejejejejejejeje


Tienes un blog, ¿por qué?... porque me apeteció regalárselo a quien era mi Amo en aquel momento... y después... porque así es más fácil conocerme... (¡como alguien se crea.... la segunda parte..!!!!), jajajajajajajajajajajaj


¿Crees que eres una persona a la que se le reconoce su valía?... a veces sí... a veces no...


¿Qué esperas del amor?... no espero... prefiero sentirlo


Y una última pregunta, ¿qué le pedirías a la vida?... que me deje vivirla :)).


Y ahora toca... elegir 5 blog's... uffffffffffff... pues... 7 menos... que en el premio anterior, jajajajajajajajajaja.

sábado, 2 de abril de 2011

Las cuatro habitaciones (IV y última)


* Amo, por favor te lo suplico, no puedo más, necesito descansar,- rogué con los ojos húmedos por las lágrimas deteniéndome de golpe ante la puerta de la siguiente habitación


* ¿Tan cansada estás?,- me dijo observándome con ojo crítico


* Sí, amo,- le contesté mirándole a los ojos

Mi amo se acercó a mi lentamente. Yo temblaba. Cogió mi rostro entre sus manos y me besó la boca como solo él sabe hacerlo. Mi espalda estaba pegada a la puerta de la habitación. Su cuerpo aplastaba el mío. Muy despacio, fue subiendo mis manos hasta colocarlas encima de mi cabeza, sin dejar de besarme. Sujetó ambas manos con una sola de la suyas. Se separó un poco de mí y bajo su boca a mis pezones que enseguida respondieron endureciéndose. Un destello de luz brilló en sus ojos y en su boca se dibujó una sonrisa irónica. La mano que le quedaba libre fue recorriendo mi cuerpo, bajando en una suave caricia por mi cuello hasta llegar a mi pecho, lo acarició, lo amasó, jugueteó con él y empezó a darle tirones al pezón, no demasiado fuertes. Continuó el descenso por mi costado, mi vientre, hasta llegar a mi sexo. Su boca estaba muy cerca de la mía, pero no me besaba. Sus hábiles dedos se perdieron dentro de mí y un gemido se escapó de mi garganta. Sentía la dureza de mi amo contra mí, su boca tan cerca, inmovilizada contra la puerta, la excitación iba creciendo al ritmo de sus dedos en mi sexo.

    * Amo, que rico, como me gusta, ummmmmmmmm
    * Estás muy caliente, perrita, ¿quieres que pare?
    * No, amo, sigue por favor, haz lo que quieras conmigo
    * ¿ya no estás cansada, putita mía?
    * Ohhhhhhhhhhh, sí, amo, pero...

Bruscamente se separó de mí soltándome, dejándome vacía, desconcertada y terriblemente humillada, al darme cuenta que de nuevo volvía a estar en sus manos.

    * No tendrás otra oportunidad como esta, esclava. Tú decides: o te marchas ahora mismo para no volver, o entras en esa habitación y te sometes a mi voluntad

Después del paso por la tercera habitación, las piernas me temblaban, no solo por todo lo acontecido en ella, sino porque aún me quedaba por entrar en una cuarta habitación (leer capítulos anteriores). Una habitación ocupada por un ama impresionante, vestida con un traje de cuero rojo brillante que golpeaba sus altísimas botas con una fusta mientras se paseaba impaciente y a pesar de su belleza daba miedo... Es lo que esperaba encontrar en aquella habitación, lo que mi amo me había mostrado antes de decidir que tendría que entrar en aquellas cuatro habitaciones. Ya había estado en tres, solo me quedaba atravesar esa puerta... o alejarme de mi amo para siempre... Y no pude alejarme.

Con cierto temor, giré el pomo de la puerta y entré. Lo cierto es que la habitación estaba vacía. Sorprendida, me giré hacia mi amo que me observaba divertido:

    * Jajajajajajajajaja, putita mía, no creas que la fiesta ha terminado, volverás a esta habitación más tarde, ahora vamos a salir, pero antes quiero prepararte. Súbete a la cama. El pecho contra la colcha. Las manos en tu espalda. Tu culo y tu sexo bien expuesto y las piernas separadas, para que te coloque los complementos que te faltan, jejejejejejejejjejeje, estoy seguro de que te gustarán.

Colocada tal y como me había ordenado, mi amo exploró mis agujeros que se abrieron sin dificultad ante su contacto. En mi sexo ya mojado, introdujo un huevo vibrador; en mi culo metió otro pequeño vibrador, después de estirar bien mi clítoris, me colocó un cinturón de castidad muy especial: dos tiras quedaban fuera de mis labios y otras dos dentro dejando bien marcado y expuesto mi clítoris que en este momento estaba en su punto de mayor tamaño. Apretó las tiras un poco, las cruzó con las que me rodeaban la cintura, colocó bien el hilo del culo y le puso un candado, guardándose la llave en uno de sus bolsillos, junto con los mandos a distancia de los vibradores. Seguidamente, me hizo poner de pie, con las manos detrás de mi cuello para que mis pechos se elevaran y las piernas abiertas para observar el efecto de mi clítoris entre las tiras del cinturón de castidad. Satisfecho con el resultado, colocó alrededor del cuello mi collar de perra y después de darme varios azotes en el culo y pellizcarme los pezones, me ayudó a ponerme un abrigo cruzado, sin botones, atado con un sencillo cinturón y nos marchamos.

Tras un breve trayecto en coche llegamos a una cafetería.

Mi amo se dirigió a la barra donde nos esperaba una mujer bellísima, increíble, escultural en sus formas, espectacular en su vestimenta. Yo caminaba con la cabeza alta, tal y como le gusta a mi amo. Orgullosa de ser su sumisa. Pero a aquella mujer no le gustó nada que la mirara a los ojos y lo primero que hizo fue prometerme 10 azotes por mi altivez.

Un camarero se acercó a nosotros y nos hizo pasar a un reservado en la parte alta del local. Una amplia mesa y tres sillas era todo el mobiliario. Un nuevo error por mi parte al sentarme sin pedir permiso hizo que otros 10 azotes se añadieran a la cuenta. Lógicamente, me puse de pie de inmediato y esperé las órdenes oportunas dispuesta, en lo posible, a no cometer más errores.

Mi amo soltó el cinturón del abrigo que se abrió inmediatamente, mostrando mi desnudez. Con un gesto me indicó que me lo abriera del todo y me mostrara bien. En ese momento, entró de nuevo el camarero con las bebidas y yo en un acto reflejo, me cubrí con rapidez. Al marcharse, mi amo dijo:

    * ¿Alguien te ha dado permiso para taparte?
    * No amo,- respondí roja por la vergüenza al haber cometido otro error
    * Tendrás 20 azotes más por eso. Ahora, quítate el abrigo y muéstrate,- dijo mi amo

Mi amo sacó la llave y los dos mandos a distancia y los dejó en la mesa, al lado de la bebida del ama.

Ama Lucía cogió la llave y me quitó el cinturón de castidad. Al cesar la presión, sentí mis jugos resbalar entre las piernas. Me autorizaron a sentarme entre los dos, las piernas abiertas fueron atadas a las patas de la silla. Las manos detrás con el cinturón de mi abrigo. Los vibradores tienen diferentes velocidades y el ama se dedica a juguetear con ellas, poniendo unas veces más rápido el de mi sexo, otras el de mi culo, otras los dos al máximo y otras... otras los pone a una velocidad desesperadamente lenta. Mi amo me recuerda al oído que tengo prohibido correrme y yo muerdo mis labios para acallar los gemidos que se me escapan, pero nada puede ocultar mi respiración agitada y mi pecho subiendo y bajando. Mis manos, atadas, intentan controlar el temblor que sienten junto con todo mi cuerpo. Muy bajito, empiezo a suplicarle a mi amo que me permita correrme, pero una y otra vez mi amo me niega ese placer. Mi cara es indescriptible: por un lado la proximidad del orgasmo, por otro, el sufrimiento y el esfuerzo por controlarlo. Intenté controlarme todo lo que pude, pero pronto mis gemidos empezaron a hacerse más audibles.

    * Amo, por favor
    * Por favor ¿qué?
    * Quiero correrme
    * No puedes, no tienes permiso
    * Amo te lo ruego
    * NO
    * Por favor, amo, te lo suplico, no aguanto más
    * Tendrás que hacerlo o te castigaré muy duramente
    * Amo no puedoooooooooooooooooo

Justo en es momento, ama Lucía apagó los dos vibradores a la vez. Me hizo expulsar el huevo vibrador de la vagina, introdujo un hielo de su bebida en su lugar y volvió a meterme el huevo.

    * ¿Alguna vez se ha corrido tu perra en público, Javier?
    * No, Lucía, nunca
    * Mmmmmmmm, siempre hay una primera vez para todo, ¿no te parece?,- le dice a mi amo, lasciva, pasándose la lengua por los labios
    * Jajajajajajajajajajaja,¿en qué estás pensando?
    * Mmmmmmmmmmm, ya lo verás.

Aturdida aún por el orgasmo que no llegó, siento como me desatan y me colocan el abrigo. Cambiamos de sitio. Caminamos por la playa cruzándonos con varias parejas. Debemos de parecer un extraño trío. Mi amo tiene una mano encima de mi hombro que desliza de vez en cuando hasta uno de mis pezones para pellizcarlo. Ama Lucía, me lleva cogida por la cintura y de vez en cuando da un azote en mi culo. Los vibradores hace rato que están a máxima potencia y yo ya no aguanto más. Me paro y le digo a mi amo que me perdone pero que me voy a correr. Me gira juntando su sexo con el mío y me abraza fuerte. Ama Lucía se pone detrás, su sexo en mi culo y sus pechos aplastándose en mi espalda.

    * NO TIENES PERMISO PARA CORRERTE
    * Amo, me correré aunque no tenga permiso, no puedo controlarlo
    * TE CASTIGARÉ MUY DURO SI LO HACES ¿QUIERES CORRER EL RIESGO?
    * Sí amo, aceptaré el castigo que quieras pero permite que me corra, te lo suplico... te lo ruego... por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrr
    * Está bien, puta, puedes correrte, luego recibirás tu castigo por no haber podido aguantar
    * Siente la polla de tu amo, CORRETE PERRA, AHORAAAAAAAAAAAA
    * Va a ser un auténtico placer follarme a una puta como tú,- me dice el ama Lucía

Con estas y otras frases, ambos amos me hacen llegar al orgasmo. De pie, entre los dos, mi cuerpo se estremece, las piernas me flaquean y me dejo caer avergonzada a la arena de la playa, de rodillas, con la cabeza agachada y temblando.

Durante unos minutos, ambos me contemplan con una sonrisa de complicidad entre ellos, esperando que me relaje un poco. Me ordenan que me ponga de pie de nuevo. Esta vez, mi amo se sitúa a mi espalda y pone mis manos alrededor de su cuello. Ama Lucía abre un poco mi abrigo exponiendo mis pechos. Mi amo juega con ellos desde atrás. Ama Lucía saca el pequeño vibrador de mi culo, me lo da a chupar y se lo guarda. Lo mismo hacemos con el huevo de mi sexo. Después de que ambos me acaricien, exploren, pellizquen y azoten a su antojo, proseguimos nuestro camino hacia una nueva cafetería. El ambiente es aquí más íntimo. Esta vez espero que ama Lucía me autorice con un gesto a sentarme entre ellos. Mete un dedo en mi sexo con disimulo. Seguramente nadie se ha dado cuenta de ello, pero yo sí que pienso que cualquiera nos vé, por lo que el morbo y la excitación por la exhibición está garantizado, junto con la sensación de vergüenza y/o humillación.

Satisfecha con el reconocimiento, me ordena coger un hielo de mi bebida, ir al baño y metérmelo. Al sentarme de nuevo a su lado, vuelve a meter dos dedos para "comprobar" que la he obedecido, con sus dedos me folla un poco, metiendo el hielo más adentro y al sacarlos, me dá a lamer sus dedos mojados de agua y mis jugos. Mi amo se dedica por entero a pellizcar mis tetas y mis pezones y yo estoy de nuevo al borde del orgasmo. Ama Lucía, sin parar de follarme con sus dedos le dice a mi amo que a partir de ahora me permita correrme sin pedir permiso hasta nueva orden y mi amo se lo concede. Oír eso hace que mi respiración se acelere y que me corra sin pensarlo.

Después de terminar las bebidas, nos dirigimos los tres al hotel. En el coche, ambas mujeres nos sentamos detrás. Me hacen quitarme el abrigo antes de entrar. Me ordena ponerme de rodillas en el asiento del coche y azota mi culo. Saca dos vibradores y a máxima potencia los mete en mis dos agujeros. Me folla con ellos. Muy despacio al principio. Mi amo observa por el espejo retrovisor. Conforme va aumentando el ritmo del mete-saca de los vibradores yo también me revuelvo más rápido, ni siquiera soy consciente de las pinzas. El coche circula lentamente por la ciudad. En un semáforo en rojo, otro coche con 4 chicos jóvenes se dan cuenta de la situación. Uno de ellos enseña su polla dura mientras se masturba. Yo cierro los ojos humillada, como una niña, pienso que si no lo miro él tampoco me verá a mí, pero mi amo me ordena que los abra y que observe bien lo que hace ese muchacho.

    * Imagina que es mi polla en tu boca
    * Muéstrale a esos chicos como se corre MI PUTA mientras la follan por el culo y por el xoxo
    * Correte como la perra en celo que eres... MI PERRA
    * Venga puta, ¿a qué esperas?

Ama Lucía ha incrementado el ritmo y junto con las palabras de mi amo llego de nuevo al orgasmo. También el chico del otro coche se ha corrido y su leche ha llegado hasta los cristales del nuestro. Ama Lucía, recoge un poco con dos dedos y me los dá a lamer. Los chicos lanzan un grito de júbilo y se pierden entre el tráfico.

Sin haberme recuperado, mi amo detiene el coche ante el hotel. Aunque me dejan ponerme el abrigo y cruzarmelo, no me permiten abrochármelo, por lo que se va a abriendo a cada paso que doy, llenándome de vergüenza.

    * ¿Satisfecha, puta?
    * Sí, amo, gracias
    * Me alegro, así soportarás mejor lo que te espera.

Nada más entrar al ascensor, me quitan de nuevo el abrigo. Enganchan una correa al collar y me hacen arrodillarme en el suelo, las manos encima de mis muslos y la cabeza gacha. En el segundo piso, el ascensor se para y un hombre entra. Solo veo sus relucientes zapatos. "Me voy a morir de la vergüenza" (pienso). El hombre se percata enseguida de la situación.

    * ¿A quién de los dos pertenece esta perra?
    * Es mía
    * 50 € si me la chupa ahora
    * Mi puta es cara. Ciento veinte, y no puedes correrte en su boca ni mancharla
    * Doscientos y se lo traga todo dejándomela limpia
    * Trescientos
    * Cuatrocientos, las manos en la espalda, es azotada durante todo el tiempo que dure la felación y se lo traga todo sin derramar una gota. Si lo hace podré follarmela
    * Quinientos y cerramos el trato.

El hombre asiente, se quita el cinturón y lo usa para atar mis manos a la espalda. Mi amo se quita el suyo y se lo tiende a ama Lucía, ella va a ser la encargada de azotarme. El ascensor sube y baja. No hace ninguna parada. Siento mis mejillas ardiendo humillada completamente y como las lágrimas pugnan por salir. Nunca mi amo me había alquilado. El restallar de un cinturón a mi lado me saca de mis pensamientos. El pene de ese desconocido está delante de mí. Empiezo a lamérsela muy despacio, probándola, pero el desconocido no está dispuesto a ir despacio como a mí me gusta. Me coge del pelo y empieza a follar mi boca sin ningún miramiento. Me la mete hasta la garganta y la deja varios segundos allí provocándome náuseas para seguir follándome. Ama Lucía está pendiente del ritmo de ese hombre y lo acompaña con los azotes. Mi culo debe estar rojo, me duele, me está azotando muy fuerte. No puedo seguir el ritmo, pero tampoco hace falta, solo tengo que dejar a ese hombre que meta y saque la polla de mi boca a su antojo. Concentrarme en que no caiga una sola gota en el momento que se corra. No quiero que me folle. Cuando llega el momento, trago todo lo deprisa que puedo y consigo que solo un par de gotas resbalen por la comisura de mis labios. Me apresuro a recogerlas con mi lengua y le limpio bien la polla. Los azotes han cesado, pero noto mi culo palpitando por la intensidad de los golpes, seguramente no podré sentarme en algún tiempo. Cinco billetes de 100 euros caen al suelo. Mi amo me hace recogerlos con la boca y dárselos. Por un momento, levanto mis llorosos ojos hacia él.

    * Buena perra,- me dice haciendome una caricia. Yo le lamo los dedos con devoción al sentir su orgullo
    * Esta es mi tarjeta, si alguna vez quieres que se follen a tu puta, llámame.

El desconocido recoge su cinturón y sale del ascensor sin decir una palabra más, sin dirigirme ni una mirada. ¿Por qué habría de hacerlo?...

El ascensor por fin se para en nuestro piso. Salgo detrás de los dos amos a cuatro patas por todo el pasillo.

    * ¿Tienes sed, perrita?,- me pregunta ama Lucía
    * Sí señora,- respondo completamente seca

En un plato echa un poco de agua y la pone en el suelo delante de mí. Cuando voy a beber, lo retira un poco. Me hace caminar por toda la habitación detrás del plato. Al final consigo beber. Aún no lo hago como una buena perra y me cuesta, pero consigo calmar mi sed.

En silencio, contemplo como encima de una mesa van colocando diferentes herramientas: pinzas, cera, cuerdas, gomas, fusta, consoladores, vibradores, esposas de cuero, arneses, bolas, etc...

Entre los dos me atan a dos columnas, los brazos bien altos y separados, las piernas bien abiertas. "Ohhhhhhhh, noooooooo", ama Lucía ha cogido la fusta, mi culo no aguantará más azotes. Mi amo coge pinzas de madera, las que tanto odio, las reservadas para los castigos.

    * Amo, no, por favor te lo suplico, no lo resistiré,- digo, mientras intento en vano soltarme de las dos columnas
    * Aguantarás esto y más, perra
    * No, amo, de verdad que no puedo, te lo ruego
    * Aguanta, PUTA ESCLAVA, es lo mínimo que te mereces por desobedecer a tu amo. Diez azotes, esclava, solo diez azotes sin gritar o cada grito será un azote más y una pinza. Cambiaste tu orgasmo en la playa por un castigo, cumple tu palabra.

Sin previo aviso, ama Lucía me da el primer azote en las nalgas. Ha sido horrible y... he gritado mientras mi cuerpo se estremecía por el dolor y mis manos se aferran a las cuerdas a las que estoy atada. Una pinza va a parar al pezón derecho.

Un segundo azote, con más fuerza que el anterior... un nuevo grito... otra pinza.

Nueve... diez... once... doce... pierdo la cuenta de los azotes y de las pinzas. El dolor es insufrible. Ruego piedad a mi amo. Suplico clemencia a ama Lucía. Todo es en vano. Ama Lucía parece disfrutar con mi dolor. Cada vez sus golpes con la fusta son más fuertes que el anterior. Intento no gritar mordiéndome los labios, pero es imposible no hacerlo. Mi rostro está bañado por las lágrimas.

Apenas soy consciente de que los golpes han cesado. El flash de una cámara de fotos me deslumbra. Delante de mí hay un espejo. Mi amo me obliga a mirarme. No puedo creer lo que veo. Mis pechos y mis sexo están llenos de pinzas. ¿Cuántas serán?. No quiero mirarme, me siento muy humillada. Nunca me han gustado los espejos. Pero sobre todo, me humilla ver mi cara llorosa. Un minuto más y las pinzas son retiradas de mis pechos y de mi sexo. Todo mi cuerpo se estremece de dolor. Me siento desfallecer.

Mi amo pasa una esponja mojada en agua fría por todo mi cuerpo, aliviando un poco mi dolor. Respiro profundamente tratando de serenarme. Con sus manos masajea mis pechos aliviándolos. Lo mismo hace con mi sexo. Introduce dos dedos y poco a poco va excitándome. Sabe perfectamente que excitada soportaré mejor el dolor... en realidad, soportaré cualquier cosa que me haga... incluso aunque lo niegue y grite que no puedo más.

    * ¿Preparada para continuar?
    * Sí, amo, lo que tu desees

Ama Lucía se acerca con un objeto que no he visto nunca: son dos tablas finas, de unos 40-50 cm. de largo y dos dedos de ancho, van unidas en los extremos por dos tornillos en cada lado y una palomilla. Mi amo agarra bien mis pezones y empieza a estirar hacía él todo lo que dan de sí. Ama Lucía pone una tablilla por debajo de mis pechos y la otra por encima y empieza a girar las palomillas todo lo que puede. Un brillo malévolo se refleja en sus ojos. Cuando están bien apretadas, mi amo suelta mis pezones y pone una pinza en cada uno de ellos. Menos mal que esta vez ha elegido las metálicas, aún así el dolor es intenso. Intentan hacer lo mismo con dos tablillas mucho más pequeñas en mi clítoris, pero la presión no les convence y terminan poniéndome otra pinza.

Mi amo se coloca detrás de mí y empieza a jugar con un vibrador en la entrada de mi vagina. Lentamente, muy, muy lentamente, empieza a follarme con él. Mientras tanto, ama Lucía ha encendido una vela y empieza a derramarla por mis pezones. Gota a gota. Quema. Excita. Me encantan mis pechos llenos de cera y sé que a mi amo también. No importa que ama Lucía no lo haga con el cuidado de mi amo. A él lo tengo detrás follándome cada vez más rápido y me gusta. Luego llega el turno de llenar de cera mi clítoris, el pubis, los labios. Ya no sé si grito de dolor o de placer. Estoy totalmente desorientada. Creo que me he corrido, pero no puedo asegurarlo. Estoy extenuada y pierdo el conocimiento, aunque no podría decir el tiempo que estoy sin sentido.

Cuando abro los ojos, mis pechos han sido liberados aunque permanecen con la cera. Lo mismo sucede con mi sexo. Mis manos están atadas juntas a la cabecera de la cama y..... y..... ¡Ama Lucía me está follando con un arnés puesto mientras mi amo me sodomiza!!!!. Cuando se dan cuenta que he salido del letargo, aumentan el ritmo. Están perfectamente sincronizados y yo... yo estoy terriblemente excitada por la situación. Ni siquiera recuerdo el dolor de un rato antes. Solo el placer del momento. La excitación. Hacer feliz a mi amo. Que goce de su esclava. Incomprensiblemente, los tres llegamos al orgasmo a la vez... y nos dejamos caer en los brazos de morfeo. 





FIN

P.D. Este relato, como todos los que forman parte de las cuatro habitaciones, también es ficticio, fruto de la imaginación de la autora y del deseo de quien era su amo en ese momento.

sábado, 26 de marzo de 2011

Las cuatro habitaciones (III)


En la tercera habitación había una ama vestida con cuero negro y un antifaz azotando a su esclavo que estaba de pie, desnudo, atado formando una cruz.....


Mi amo me dejó delante del sumiso, con las manos colocadas detrás de mi cuello y se retiró a la penumbra de la habitación, colocándose en algún punto a mis espaldas. Me sentí abandonada por él.

El ama no dejó de azotar a su sumiso con nuestra llegada, más bien pareció incrementar la fuerza de los azotes.

Yo temblaba imaginando ese látigo en mi espalda. Mi amo nunca lo ha usado conmigo aún y esa mujer parecía manejarlo con destreza.

Con detenimiento, observé al sumiso empezando desde los pies.


Debía estar muy incómodo, pues apenas se apoyaba con la punta de los dedos. El pene, muy duro, tenía una pinza justo en la punta y dos más en sus huevos, unas pesas colgaban de su miembro lo que hacía que estuviera anormalmente hacia abajo. En los pezones le habían sido colocadas unas pinzas dentadas y los tenía ya morados, por lo que debía llevar ya mucho rato con ellas. Los brazos estaban tensos, mostrando unos buenos bíceps. Pero lo que más me llamaba la atención era su cara: tenía la frente perlada por el sudor, en sus ojos se podía leer la excitación que sentía y sus dientes mordían sus gruesos labios, no sé si para evitar gritar por el dolor o gemir por el placer.

Empecé a tener miedo. Era la primera vez que veía a un hombre así y la escena me parecía muy fuerte. Quería cerrar los ojos y sin embargo no podía apartar la vista. No, en realidad quería huir de allí. Mi amo estaba en algún punto de la habitación y me había abandonado en manos de esa ama que me parecía muy dura. Y lo peor era que junto al rechazo que sentía por todo lo que estaba viendo, notaba mi sexo húmedo.

De pronto el látigo dejó de oirse. El ama metió la empuñadura del látigo con forma de pene en la boca del sumiso, luego le quitó las pinzas y pellizcó sus pezones sin compasión. Le quitó las pesas. Con un pequeño látigo, desprendió las tres pinzas de sus genitales, de forma tan rápida y seca que el dolor lo sentí como propio. La verga del sumiso salió disparada hacia arriba, erguida. Usaba ese látigo para enrollarlo alrededor del pene y estirar de él. Me la quedé mirando incrédula. Ella se dio cuenta y se dirigió hacia mí con paso lento mientras se quitaba el antifaz, lo que hizo que empezara a temblar.

De repente, una bofetada me hizo girar la cabeza.

¿Qué modales son esos?, ¿cómo te atreves a mirarme a los ojos?
Perdón, Señora,- repliqué rápidamente agachando la mirada. (Estúpida, eso es lo que yo era, una estúpida por olvidar que no se puede mirar a un amo/a a los ojos. El que mi amo me lo permitiera, e incluso a veces me obligara a ello, no era excusa para olvidar una norma tan elemental).

Así que tu eres la sumisa de Javier ¿eh?

Sí Señora
Francamente, no sé que ha podido ver en ti, - me dijo empezando a dar vueltas a mi alrededor- Jajajajajajajajaja, mírate, no vales nada: poco culo, pecho pequeño y algo caido. Los pezones y ese clítoris enorme que tienes es lo único que se salva un poco, por que además, tampoco eres especialmente bonita y te olvidas de las normas con excesiva facilidad. ¿Quién te ha dado permiso para contemplar a mi sumiso como lo hacías antes?

Totalmente humillada, la voz se negaba a salir de mi garganta. Ella era una mujer espléndida: con poco más de 30 años, tenía unas esculturales y largas piernas bien torneadas, un culo redondo y firme, unos pechos perfectos, posiblemente una 95, sus ojos de un color verde intenso y su boca tenia unos labios carnosos y jugosos. Su negro cabello enmarcaba un rostro perfecto. Efectivamente, a su lado, físicamente yo no valía nada.

"Tranquila, María. Le gustas a tu amo. Él te ha escogido. Eso es lo único que debe importarte", me decía a mi misma intentando recuperar un poco de mi orgullo maltrecho.

Plaf, plaf. Esta vez fueron dos las bofetadas.

Contesta cuando se te pregunta, sumisa

Perdón, Señora. Nadie me dio permiso para mirar a su sumiso

¿Te gusta mi sumiso?

No Señora

Vaya, vaya, ¿quién te crees que eres? ¿cómo te permites despreciar a mi sumiso?

No lo hago Señora, solo soy sincera
mmmmmmmm, si no te gusta, no tendrás inconveniente en azotarlo ¿verdad?,- me dijo sacando el látigo de la boca de su sumiso y tendiéndomelo

Nunca he castigado a un hombre, Señora, no me gusta

Que te guste o no me importa poco, HAZLO


Con el látigo en la mano, temblando, me situé detrás del sumiso. Tenía la espalda completamente roja por los azotes que hacía poco había recibido. Intenté levantar el látigo, pero estaba paralizada, no podía hacerlo. Los segundos trascurrían lentamente y yo era incapaz de moverme. Miles de pensamientos se agolpaban en mi mente: tenía que obedecer y rápido; en la sumisión no se cuestionan las órdenes, se obedece y además se hace con rapidez; mi amo me estaba contemplando desde algún punto de la habitación y si no intervenía debía tener sus razones, razones que yo no alcanzaba a comprender. Las lágrimas amenazaban por escaparse de mis ojos.

No es tan difícil, perra sumisa, ¿A QUÉ ESPERAS?

No puedo, Señora, no puedo hacerlo, por favor no me obligue

No vales para nada, eres incapaz de obedecer una orden sencilla. HAZLO, PUTA O TU OCUPARÁS SU PUESTO


Esta vez, me giré desafiante, nadie puede llamarme perra o puta si no es mi amo. Sólo él tiene ese derecho. La miré a los ojos, aún sabiendo que estaba a punto de pronunciar las palabras que me llevarían a un duro castigo, pero lo sufriría por mi amo

Perdón, Señora, pero no puede llamarme así. Esos nombres solo puede emplearlos mi amo: soy SU PERRA, SU PUTA, pero de nadie más

Jajajajajajajajaja, eres lo que yo quiera que seas. Tu amo me está escuchando y no está haciendo nada, luego me está autorizando hacerlo. Tu rebeldía te va a costar muy cara, perra. Ponte de rodillas delante de mi sumiso y chupale la polla mientras lo preparo todo para tu castigo y más vale que le guste.


Sin otra alternativa, me arrodillé ante su sumiso, no sin antes percatarme de la sonrisa maliciosa que se dibujaba en su rostro. Tenía líquido preseminal en la punta y me dio náuseas. Yo, que tanto disfrutaba con la polla de mi amo en la boca, sentía rechazo ante la que me veía obligada a chupar.

El ama soltó a su sumiso, mientras yo intentaba darle el mayor placer posible.

Fui colocada en la misma posición que antes había tenido el sumiso. Atada con los brazos en alto y las piernas separadas. El sumiso estiró mis pezones todo lo que daban de sí con brutalidad, el ama colocó dos pinzas en ellos. Luego hicieron lo mismo con mi clítoris. Pasaron una cadena sujetando las tres pinzas y colocaron pesas de forma que tanto los pezones como el clítoris caían hacia abajo. El dolor era insoportable y no pude evitar gritar.





Calla, perra, o te amordazaré,- me dijo el ama

Lo intenté. Intenté no gritar. Pero mi amo nunca había sido tan duro conmigo y además el sumiso se divertía estirando de las pesas hacia abajo, con lo cual mi dolor se incrementaba. Y grité de nuevo, supliqué para que pararan. Y el ama me puso una bordaza con una bola.

Aterrorizada, el sumiso se acercó a mí de nuevo con una vela encendida. Los ojos se me llenaron de lágrimas. Lentamente, empezó a llenar mis pechos, mis pezones y mi sexo con la cera. Gota a gota. Mis gritos quedaban apagados por la mordaza. Mi cuerpo se estremecia ante cada gota. Hasta que una capa blanca de cera no me cubrió, no paró. Intenté soltarme aun sabiendo que era imposible.

Me dieron unos segundos de respiro. Mi pecho subía y bajaba aceleradamente.

Entre las lágrimas, vi acercarse a mi amo. "Por fin, ahora cesará todo, mi amo pondrá fin a esto", pensé. ¡Qué equivocada estaba!.

Mi amo soltó las tres pinzas y sin previo aviso introdujo dos dedos en mi sexo. ¡No podía ser!, habían entrado sin dificultad. Con los ojos bien abiertos contemplé esos dedos que puso ante mi cara ¡estaban completamente mojados por mis jugos!. En ningún momento había sido consciente de que estuviera excitada. Me quitó la mordaza y me los puso en la boca para que se los limpiara. "Ya ha terminado todo, solo falta que me suelte. Suéltame amo", le pedí con la mirada.

En vez de eso, volvió a ponerme la mordaza. Escuché el restallar de un látigo. Lo sentí en mi espalda. El sumiso se había colocado detrás de mí y me castigaba sin compasión. Espalda, nalgas, pechos, sexo, piernas, muslos. Todo mi cuerpo recibía latigazos.

Mi amo ya no me prestaba atención. El ama y él fundidos en un abrazo, se besaban ajenos a mí.

En una increíble danza llena de sensualidad y erotismo ambos amos se desnudaban mutuamente. Acariciaban sus cuerpos.

Mi amo tomó en sus brazos al ama y la tumbó con suavidad en la cama, justo delante de mis ojos. Había mucha pasión en los movimientos de ambos. Ternura. Eran un hombre y una mujer amándose. En completa sintonía.

Celos, rabia, ira, todo se acumulaba en mi interior.

Yo no podía sentirme más humillada, o eso creía.

Mi amo disfrutando con otra mujer. Un sumiso castigándome brutalmente con un látigo. Mis pechos y mi sexo llenos de cera, cera que se iba desprendiendo cuando el látigo tocaba esas zonas, provocando un dolor semejante al de mil agujas clavándose en mí. Y por encima de todo la escena que estaba contemplando emanaba tal sensualidad que sentía mis jugos resbalando por mis piernas. Estaba excitada.

Justo cuando mi amo penetraba al ama, el pene del sumiso entró dentro de mí: "tu mayor humillación, mientras tu amo disfruta con otra mujer, un sumiso te folla. Te vas a correr. Yo me voy a correr. Pero el orgasmo te lo habré provocado yo y no tu amo. Será mi leche la que se quede dentro de ti, no la de tu amo", me decía el sumiso en cada embestida.

Lloraba y disfrutaba a la vez. El sumiso tenía razón. No podría volver a mirar a mi amo a los ojos. Me correría sin su permiso con una polla diferente a la de mi amo. Recibiría una leche diferente, mientras mi amo disfrutaba de otra mujer totalmente ajeno a mí.

La peor de las humillaciones para terminar la sesión.

En la cuarta habitación había una ama impresionante, vestida con un traje de cuero rojo brillante que golpeaba sus altísimas botas con una fusta mientras se paseaba impaciente y que a pesar de su belleza daba miedo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Las cuatro habitaciones (II)

Antes de entrar en la segunda habitación, mi amo me arrinconó contra la pared y mientras metía dos dedos en mi sexo y con la otra mano pellizcaba uno de mis pezones, me dijo:

El amo que vamos a ver se llama Tomás, pero tú te dirigirás a él como señor. YO SOY TU ÚNICO AMO.

Obtuvo a su sumisa a cambio de salvarla de la quiebra y tienen un pacto entre ellos: ella nunca demostrará lo complacida que se siente siendo su esclava. Ninguna emoción se reflejará en su rostro. Nunca le suplicará que la permita correrse. Y sobre todo, nunca gemirá en voz alta. Es su forma de mantener su orgullo intacto o eso cree ella, aunque lo cierto es que disfruta de su dominación.

El amo Tomás sabe que es una pose y quiere quebrar su orgullo. Tiene dos meses de plazo para cambiar eso. Si lo consigue, ella pasará a ser de su propiedad por entero y mientras que él desee retenerla a su lado. De no conseguirlo, ella recuperará su libertad y sus posesiones. El plazo está a punto de cumplirse.

Si te cuento todo esto, es porque quiero que te retuerzas de placer, que gimas, grites y supliques como nunca. Nadie puede permanecer impasible ante ti cuando te comportas como una perra en celo y esa sumisa no va a ser diferente. ¿Lo has entendido, esclava?

 Sí, amo, me comportaré según tu deseo.

 Bien, putita mía, vamos para adentro

En la segunda habitación, el amo Tomás, vestido únicamente con un batín de seda, estaba recostado en un sillón fumando, su esclava estaba a sus pies, desnuda, con su collar de perra y en posición de reposo esperando órdenes.

Conforme íbamos entrando en la habitación, pude observar que el pie del amo se perdía entre las piernas de su esclava.

Los dos amos se saludaron con una leve inclinación de cabeza.

Mi amo tomó asiento en el sillón que había libre a la derecha, dejándome de pie frente a ese desconocido de mirada penetrante, con la cabeza levantada. Siempre es igual, basta que yo quiera mantener la vista agachada, bien por vergüenza, bien por humillación, para que mi amo desee justo lo contrario.

Ante un gesto de su amo, la esclava agachó la cabeza para lamer los dedos de sus pies, probablemente impregnados de sus propios jugos. Se incorporó y sirvió bebidas a los dos amos, quedando entre ambos de pie, las manos en la espalda, mirándome tan fijamente como su amo y las piernas abiertas para que cualquiera de los dos pudiera tener fácil acceso a ella.

Mi amo me hizo un gesto rotativo con el dedo para que me fuera girando lentamente y pudieran contemplarme bien.

¡Acércate y ponte de rodillas delante de mí!,- me dijo ese amo desconocido

Haz lo que te dice el amo Tomás, esclava

Sí, amo

El amo Tomás se abrió un poco su bata, dejando al descubierto su erguido miembro. No necesité más indicaciones. Me puse a lamer con fruición, haciendo ruiditos con mi boca que delataran el enorme placer que sentía al hacerlo. Mientras, por el rabillo del ojo veía como ambos amos se turnaban para introducir dos dedos en el sexo de la otra esclava. Dedos que luego, bien impregnados de los jugos de la sumisa, alternativamente, introducían en mi boca para que los limpiara bien.

Ponte de rodillas detrás de esta esclava y cómele el coñito,- dijo el amo Tomás a su sumisa

Yo me abrí un poco más para facilitarle la tarea, mientras que los dos amos se situaban de forma tal que podía ir chupando alternativamente las dos pollas. Cuando tenía una en la boca, con la mano masturbaba la que estaba fuera.

La sumisa del amo Tomás o bien había comido muchos coñitos o bien estaba disfrutando realmente de la situación, pues no solo lo hacía como una verdadera experta, sino que también se dedicaba a lamer mi culito y a introducir dos de sus dedos, que previamente lubricaba en mi húmedo sexo.

Ni que decir tiene que yo estaba completamente excitada, tanto por el placer que estaba recibiendo, como por tener a mi disposición dos pollas. Excitación que provocaron en mí los primeros gemidos y la habitual orden de mi amo: "¡NO PUEDES CORRERTE, NO TIENES PERMISO! ".

Esa orden, siempre hace que mi excitación crezca y me acerque más al orgasmo. Fue el momento que ambos amos eligieron para hacernos parar y ponerse de pie.

El amo Tomás sacó una enorme maleta de un armario y la dejó abierta encima de la mesa. Sacó unas esposas de cuero para pies y manos que le tendió a mi amo y él cogió otras.

El amo Tomás se las puso a su sumisa y llevándola al centro de la habitación la sujetó de las muñecas a unas argollas que bajó del techo. Las esposas de los pies llevaba unas anillas en las que sujetó una barra, quedando de esta forma las piernas de su sumisa bien separadas. Cogió un látigo, cuya empuñadura tenía forma de pene y se lo dio a chupar, dejándoselo metido en la boca. Regresó a la maleta de donde cogió unas pinzas dentadas unidas por una cadena de las que colgó dos pequeñas pesas. Luego, cogió otras dos pinzas que puso en sus labios vaginales, también con dos pesas, que se los estiraban de forma grotesca. Su amo, cogió el látigo y empezó a azotarla sin ningún cuidado. Pronto su espalda, culo, pechos y sexo estuvieron colorados.

Y sin embargo, la cara de la esclava no trasmitía ninguna emoción. Ni placer, ni dolor. Ni un leve gesto. Sólo el brillo de sus ojos dejaba trasmitir algo, pero yo era incapaz de interpretar lo que era.

Mientras contemplaba atónita la escena, mi amo me ató a una silla, de forma que mis pechos quedaban sobre el respaldo y mi sexo y mi culo totalmente expuestos a la vista de la sumisa y su amo. En un vaso puso unos cuantos cubitos de hielo. Hielo que pasaba primero por mis pechos y pezones y luego introducía alternativamente en ambas sitios, hasta meter cinco en cada uno de mis agujeros. Cogió un vibrador grande y lo introdujo en mi sexo, en marcha, al máximo. Al mismo tiempo, con uno un poco más pequeño, acariciaba mi clítoris. Justo delante de mí, había un espejo a través del cual pude ver que la sumisa no perdía detalle de nada.

Poco a poco, el hielo se fue deshaciendo dentro de mi cuerpo debido a la excitación que sentía. A pesar de la incomodidad de la postura, empecé a moverme de forma que mi amo entendiera que deseaba ser follada. Gemía, aumentaba el ritmo, me mordía los labios y empecé a suplicar el orgasmo que me era negado una y otra vez.

Mi amo sacó el vibrador de mi sexo y puso el vaso debajo para recoger toda el agua que salía. No voy a decir que estaba ardiendo, pero sí muy caliente. Se acercó a la otra sumisa y la vertió por sus pechos para que notara el calor. Por fin pude descifrar en sus ojos la sorpresa y un destello de excitación y eso me hizo suspirar y pedirle a mi amo que no me dejara, que siguiera conmigo y que me hiciera llegar al orgasmo.

Nuestros amos nos soltaron. A mí me ataron de pies y manos a la cama. Por primera vez, mi amo vendó mis ojos. Durante varios minutos no oí nada. Mi pecho subía y bajaba preso de la excitación y notaba como mis jugos resbalaban entre mis piernas. Sentía seis pares de ojos observándome.

Enseguida empezó el juego. Seis manos y tres bocas me acariciaban, me besaban, mordisqueaban, pellizcaban, azotaban, se introducían en mi cuerpo. Me resultaba imposible descifrar a quién correspondía cada gesto. Solo mi boca era capaz de saber si lamía la polla de mi amo, la del amo Tomás o si chupaba los pezones de la sumisa o su sexo.

A estas alturas, yo me estaba retorciendo como una posesa, suplicando correrme cada vez que mi boca quedaba libre, gimiendo desesperadamente por un orgasmo que me era negado una y otra vez con un azote en el clítoris que adivinaba de mi amo.

De repente, todo cambió. La venda de mis ojos fue retirada. Las tetas de la sumisa quedaban a la altura de mi boca y yo le mordía los pezones. El amo Tomás la penetraba con fuerza desde atrás como a una perra mientras la azotaba de vez en cuando en el culo. Mi amo se dedicaba a mi sexo con el vibrador con su habilidad característica. La escena era delirante.

El amo Tomás gritaba:

¡¡¡¡GRITA, PERRA, QUIERO OIRTE!!!!

Yo:

Amoooooooooo, por favorrrrrrrrrr, te lo suplicoooooooooo, deja que me corraaaaaaaaaaaa

Mi amo:

Aún no puedes correrte

De improviso, la sumisa empezó a besarme y a mordisquear mis labios, completamente fuera de sí. Yo mordí su oreja y le susurré con la voz más tierna y cargada de pasión que pude:

A la orden de mi amo, correte conmigo, por favor, me gustaría tanto...

No podré,- me replicó también en un susurro

Sí podrás, solo tienes que dejarte llevar. Hazlo te lo suplico

Lo intentaré

Amoooooooooooooooo, yaaaaaaaaa, por favor, ya no lo soporto, no aguanto mássssssssssssssssss, deja que me corra, te lo suplicoooooooooooooo,- empecé a rogar, aumentando mis gemidos y retorciéndome aún más

Está bien, perrita, CORRETEEE, TU AMO TE LO ORDENA. AHORAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

En ese mismo momento, estallé en un gran orgasmo con tal fiereza que casi derribo al amo Tomás y a su sumisa.

Al oirme, también el amo Tomás se vació dentro de su sumisa, justo en el preciso instante en el que ella gritaba:

Ohhhhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, me corroooooooooooooooo, que buenooooooooooo

Ambos se dejaron caer en la cama a mi lado. Exhausto. Mi amo me contemplaba con orgullo. Yo le respondí con una sonrisa cómplice y llena de felicidad. Se acercó a mí y acariciándome con suavidad la cara, me besó y me preguntó:

¿Estás bien, perrita mía?

Sí, amo, pero...,- le dije traviesa

¿Pero qué, esclava?

Me falta tu leche, amo

Jajajajajajajajajajajajajaja, así me gusta mi putita, siempre deseosa de tu amo

Y sin tener que repetírselo dos veces, mientras seguía atada y mi sexo aún se estremecía con los últimos coletazos del orgasmo, me dediqué por entero a la polla de mi amo, hasta que conseguí beberme toda su leche y dejársela bien limpita.





En la tercera habitación había una ama vestida con cuero
negro y un antifaz azotando a su esclavo que estaba de pie, desnudo, atado formando una cruz.....

martes, 22 de marzo de 2011

Las cuatro habitaciones (I)


Mi primer Amo... tenía una obsesión... y ésta era... la de verme follar con una mujer... algo que... nunca sucedió.

A él... le gustaba como escribía... y le compuse una serie de relatos ficticios... con su obsesión.


En aquella época... aún no usaba los puntos suspensivos... ni me había convertido en... arcilla.


En aquella época... apenas era una aspirante a sumisa... que por orden de su Amo firmaba y se presentaba como... esclava maria.


Hablamos de... septiembre del 2005... y este es el primero... de una serie de cuatro relatos...


Las cuatro habitaciones (I)


Vestida tan solo con mi collar de perra, entré detrás de mi amo en aquella enorme habitación presidida por una gran cama con dosel. Tumbada en ella había una mujer, con un escueto tanga y un sujetador color malva que apenas cubría sus generosos pechos. Con los ojos cerrados y una sonrisa en su carnosa boca, se acariciaba con mucha suavidad, muy lentamente, como una gata perezosa.

Mi amo se detuvo en el centro de la habitación. Yo mantenía la cabeza baja, más por vergüenza que por habérmelo ordenado mi amo, ya que normalmente me permite tener la vista alzada para poder "ver" todas las emociones que se reflejan ella.

Con movimientos felinos, la mujer se acercó a mi amo y le propinó un increíble beso en la boca. La punzada de los celos me atenazó el estómago. "Tú eres su favorita, no lo olvides", me decía en mi interior. "Hoy tienes que demostrarle a tu amo que te mereces serlo". "Haz que se sienta orgulloso de ti", me repetía una y otra vez.

Ana, te presento a mi esclava favorita. María, esta es Ana, la mujer con la que realizarás mi deseo,- dijo mi amo poniendo un dedo en mi barbilla y obligándome a levantar la cara

Sí, amo, lo que tu me ordenes,- repliqué con un hilo de voz, quebrada por los nervios

Tranquila, María, verás como te gusta,- dijo Ana- como ya le dije a tu amo, me encantará iniciarte en los placeres que se pueden obtener con otra mujer


Acompañó a mi amo hasta un sillón cerca de la cama donde le pidió que se sentara.

Me gustaría que le quitaras el collar. Que se sienta libre y mujer para disfrutar y sobre todo, que le permitas alcanzar el orgasmo sin necesidad de pedirte permiso

De acuerdo, por ser su primera vez, te lo concedo, pero tan sólo hasta que se corra la primera vez, después de eso volverá a ser mi puta perra y ya no le permitiré ninguna libertad más. Acércate perra y ponte de rodillas delante de tu amo.

En posición de descanso, mi amo introduce dos dedos en mi coñito mojado.

Estás mojada como una perra en celo. ¡MI PERRA!, no lo olvides. Sube a esa cama y demuéstrame lo puta que eres,- me dice mientras me quita el collar besando mi boca con fiereza y pellizcándome un pezón- Si me miras una sola vez, te pondré de nuevo tu collar y se te acabarán los privilegios que acabo de concederte. Hayas llegado al orgasmo o no. ¿Entendido, esclava?


Sí, amo

Ana me coge de la mano y me tumba con suavidad en la cama. Yo me dejo llevar sintiéndome aún más desnuda sin mi collar. Necesito a mi amo a mi lado. ¿Cómo es que no se dan cuenta?.

Tranquila, María, relájate, no hagas nada que no desees. Cierra los ojos si lo deseas y simplemente siente mis caricias en tu cuerpo. Ya te llegará el momento de actuar, pero ahora, déjate llevar,- me dice Ana suavemente junto a mi oído

Lentamente, empieza a besarme muy suavemente: los párpados que mantengo cerrados, la nariz, las mejillas, un suave roce en los labios. Sus manos acompañan cada milímetro de mi piel es leves caricias. Continúa por el cuello, mis hombros, bajando muy despacio hasta mis pechos, Los acaricia tan levemente que no puedo evitar un estremecimiento de gusto. Su lengua rodea mis tetas sin llegar al pezón, bordeándolo. Va de un pecho a otro mientras su mano se desliza por mi estómago plano hasta llegar a mi sexo.

Como si de la caricia de una pluma se tratara, pasa sus uñas bien cuidadas por los labios, subiendo y bajando por cada uno de ellos. Cuando sus dientes atrapan uno de mis pezones, mete un dedo en mi coñito ya mojado y un gemido brota de mi garganta.

Sorprendida por la respuesta que está teniendo mi cuerpo, abro los ojos y Ana de forma intuitiva me mira. Mete dos dedos en mi sexo y con un tercero acaricia mi clítoris. Sus ojos calibran mis respuestas. Los míos le trasmiten mi excitación. Acelera los movimientos y yo me arqueo para sentirla más dentro de mi cuerpo.

Poco a poco, voy dejando a un lado la vergüenza y tímidamente empiezo a acariciarla. Llevo mis manos hasta sus generosos pechos y juego con ellos por encima de su sostén. Le saco los pezones, los acaricio, los pellizco. Ana no para en ningún momento de meter y sacar sus dedos dentro de mí.





La excitación crece por momentos.

Desabrocho su sostén y lo tiro lejos. La tumbo en la cama y le quito su tanguita. Desnudas las dos y libres ya de inhibiciones nos dedicamos durante un rato a besarnos, acariciarnos y a frotar nuestros cuerpos: pecho con pecho, sexo con sexo.

Poco a poco, Ana se va situando entre mis piernas. Besa mi sexo antes de centrarse en mi punto de placer, en mi clítoris. Es buena, muy buena usando la lengua. Le dá golpecitos, baja por los labios hasta mi humedad, succiona, me folla con su lengua y yo... yo gimo y me retuerzo.

No me esperaba algo así, pero no es suficiente. El interruptor de mi placer se ha disparado y quiero más, mucho más. Miro a mi amo. Mientras nos contemplaba se había ido desnudando y su miembro está erecto, desafiante... justo lo que deseo.

Amo, ven, tu esclava te necesita, por favor,- le digo en apenas un murmullo

Jajajajajajajajajaaja, sabía que no aguantarías mucho, mi perrita siempre en celo. Ya sabes que se te han acabado los privilegios,- me dice acercándose a mí y poniéndome de nuevo mi collar

Ahora te quiero más obediente que nunca. ¡EMPIEZA A CHUPAR!

Completamente excitada y fuera de mí, me lanzo a chupar la polla de mi amo con fiereza, pero mi amo me retira la cabeza estirando de mi pelo hacia atrás

¡NO, PUTA!, no es mi polla lo que quiero que chupes, aún no te la has ganado. Quiero que le hagas a Ana una buena comida de coño por el placer que te ha dado. ¡DE RODILLAS! ¡YA!

Mientras Ana se coloca en la cama, abierta de piernas, yo bajo de ella de rodillas como una perra y completamente humillada por la negativa y la orden de mi amo. Tengo los ojos empañados por la dureza que he notado en su tono de voz y apenas si veo ese sexo abierto, depilado, húmedo y excitado que se me muestra. Nunca lo he hecho y si bien he probado mis propios jugos no puedo evitar un gesto de aprensión al acercar mi lengua. Ana por su parte, parece estar disfrutando de la situación y se pellizca los pezones esperando que yo empiece.


A mi amo no le pasa desapercibido mi gesto y cogiéndome nuevamente del pelo, me dice al oído:


Empieza ya y más te vale hacerlo bien. Tú me has llamado cuando podías haber disfrutado de tu libertad un rato más. No volveré a hacerlo. ¡ERES MÍA Y HARÁS SIEMPRE LO QUE TE ORDENE! Y por supuesto: ¡NO PUEDES CORRERTE!

No puedo hacerlo. La excitación que sentía se me ha ido del todo. Quisiera irme, pero mi amo no me permitirá que abandone.

Empiezo a lamer lentamente a Ana mientras noto a mi amo dirigirse hacia una bolsa, no la había visto al entrar, de ella saca una paleta. Va a azotarme. Lo sé. Noto como se coloca detrás mía. Utilizo mis dedos para abrir los labios de Ana y seguir explorándola con la lengua. Mi amo me obliga a abrir un poco más las piernas con la paleta, acaricia mi sexo y mi culo con ella cuando de repentes... ZASSSSSSSSSSS, ha empezado a azotarme las nalgas y el clítoris, no son golpes excesivamente fuertes, pero si lo suficiente como para empezar a excitarme de nuevo.

CHUPA, PERRA, MÁS RÁPIDO. FOLLALA CON TU LENGUA


Jaleada por las palabras y los azotes de mi amo y animada por los gemidos que empieza a soltar Ana, empiezo a mover mi lengua cada vez más rápido, cuando noto dos objetos que me penetran, son los dos vibras que mi amo pone en funcionamiento al máximo.

Mi amo me folla con ellos. Yo follo a Ana con mis dedos y mi lengua. La siento temblar, está a punto, sus manos aprietan mis cabeza contra su sexo y mueve las caderas con tanta fuerza que parece que sea ella la que se folla conmigo.

Cuando Ana llega al orgasmo, mi amo me ordena follarme con los dos vibras a la vez, se sitúa a mi lado y me mete su polla ya mojada en la boca. Sé lo que tengo que hacer y sé como le gusta. Así que me dedico a ello con avidez hasta conseguir que me llene con su leche. Como siempre, me la bebo toda, sin derramar una gota y sigo hasta dejársela bien limpia. Ahora que los dos están satisfechos, siento que estoy a punto de alcanzar el orgasmo, como siempre le pido permiso

NO, PERRA, AUN NO

Amo, por favor, te lo suplico

¿Estás muy excitada, perra?

Si amo

¿quieres correrte?

Sí amo

No, no puedes, no me ha complacido del todo tu comportamiento. Quizás en la siguiente habitación...

Y sacándome de un golpe los dos vibras, me ordena ducharme antes de seguir.

En la segunda habitación, había un amo vestido únicamente con un batín de seda, recostado en un sillón fumando, su esclava estaba a sus pies desnuda, con su collar de perra y en posición sumisa esperando órdenes...